Jóvenes se benefician de los proyectos del área de inserción sociolaboral de la Escuela Segunda Oportunidad en esta localidad gaditana

Formarse adecuadamente y lograr un empleo que les permita romper con la dramática espiral de la pobreza. Ése es el objetivo fundamental de muchos de los proyectos de las Escuelas de Segunda Oportunidad de la Fundación Marcelino Champagnat (FMCh) y, para ello, es clave conseguir que los jóvenes se motiven y trabajen proactivamente por su capacidad, su autonomía y su independencia.

Con esa máxima están trabajando en la propia Escuela de Segunda Oportunidad 3.0 que tiene en marcha la fundación en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), fomentando el área de inserción sociolaboral que tiene esta entidad sin ánimo de lucro vinculada con Maristas Mediterránea.

La Escuela de Segunda Oportunidad es una iniciativa que está dirigida a jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y 30 años, que carecen de formación reglada, o bien han finalizado los estudios obligatorios y se encuentran en situación de desempleo. Igualmente, va dirigido a personas con problemas familiares o socialmente vulnerables, donde se incluyen alumnos con diversidad funcional.

Según Iván Ramos, coordinador de la Fundación Marcelino Champagnat en Sanlúcar, se trata sobre todo con jóvenes sin estudios o con pocos recursos. “Aquí se les enseña un oficio y se les dota de herramientas para que salgan del círculo vicioso de la pobreza”, explica. En todo 2022 atendieron a más de 600 personas de forma directa o indirecta.

Los objetivos fundamentales de la FMCh, relatados al principio del artículo, requieren de un ‘cambio de mirada’ en todos los usuarios de la escuela. Un enfoque motivador, que lleva a la ilusión y al compromiso con el proyecto que se emprende, es clave para su éxito. «Estamos muy contentos porque se nota un cambio en la personalidad de los alumnos. Cambia su motivación, recuperan las ganas de aprender y de formarse para su futuro. Por ejemplo, tenemos chicos que han empezado un curso y se han dado cuenta de la importancia que tiene terminar la ESO para trabajar y han decidido prepararse concienzudamente», añade Ramos.

Principalmente, en la Escuela de Segunda Oportunidad de la FMCh se realizan tres formaciones diferentes al año, de tres meses de duración cada una. Y la estructura es semejante, puesto que, tras hacer un estudio de mercado, comprobaron que era la fórmula más viable para que chicos y chicas tengan más posibilidades de encontrar trabajo.

En concreto, el primer mes se trabajan competencias personales y habilidades sociales, junto con temas laborales (hacer un CV, saber acceder al SAE, enfrentarse a una entrevista laboral). El segundo bloque es de competencias específicas relacionadas con el curso (acuden profesionales de cada rama o trabajo para dar formación). Y el último mes son las prácticas no laborables que funcionan como ‘puente’ antes de acceder al mercado laboral por completo. En estas prácticas, los alumnos están asegurados -para que tengan todas la garantías- pero no cotizan a la Seguridad Social.

«Nosotros hacemos una búsqueda en empresas que necesitan personal y metemos a nuestros alumnos con un convenio de colaboración para que estén con ellos durante un mes. Esto les da la posibilidad de poder quedarse en la empresa trabajando. Está todo muy calculado para optimizar los recursos». En estos momentos están en fase de prácticas los jóvenes que se han inscrito en el curso de peón de construcción para que cuando finalicen la formación coincida con el aumento de la demanda de este tipo de perfiles. Y ahora arranca el curso de cocina, que termina en junio, fechas idóneas para los refuerzos veraniegos de hostelería. La tercera de las formaciones se realiza en septiembre y es de comercio. Finaliza entre noviembre y diciembre y está pensada para que coincida con los refuerzos de la campaña de navidad y las rebajas.

Todo ello hace que esté aumentando la reputación de la Fundación Marcelino Champagnat y todo sus proyectos de la sede sanluqueña. Así, los resultados de los cursos están siendo positivos y el grado de inserción laboral es alto. De las personas que se formaron en la escuela en 2022, actualmente una docena siguen trabajando después del periodo de prácticas. “Los propios empresarios de Sanlúcar nos están pidiendo alumnos que se hayan formado con nosotros para incorporarlos a sus plantillas”.

Iván Ramos recuerda que, además de la formación, también gestionan ayudas como el ingreso mínimo vital o el cheque de Hacienda de 200 euros para familias vulnerables. «Estos trámites no los hace el Ayuntamiento ni la Seguridad Social y muchas familias no saben que pueden solicitarlo».